Luis Enrique, entrenador del Paris Saint-Germain, se prepara para disputar una nueva final de la UEFA Champions League, pero esta vez con una motivación profundamente personal: rendir homenaje a su hija Xana, fallecida en 2019 a los 9 años debido a un osteosarcoma.

En la final de 2015, tras conquistar el título con el FC Barcelona, una imagen quedó grabada en la memoria de muchos: Xana, con una bandera del club, la clavó en el césped del Estadio Olímpico de Berlín. Ahora, diez años después, Luis Enrique sueña con repetir ese gesto simbólico con el PSG.

«Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el PSG. «No estará mi hija físicamente, pero estará espiritualmente, y eso para mí es muy importante», expresó el técnico en rueda de prensa.

Desde la pérdida de Xana, Luis Enrique ha compartido públicamente su proceso de duelo y la forma en que ha transformado el dolor en una fuente de fortaleza.

«Mi hija vino a vivir con nosotros nueve años maravillosos. «Tenemos mil recuerdos, vídeos, fotos, cosas increíbles», reflexionó en su documental «No tenéis ni p*** idea».

La final del 31 de mayo ante el Inter de Milán no solo representa una oportunidad para que el PSG conquiste su primera Champions, sino también para que Luis Enrique cierre un círculo emocional, dedicando el triunfo a la memoria de Xana.

«A mi hija le gustaban mucho las fiestas, y estoy seguro de que, donde esté, sigue haciendo fiestas», comentó con emoción.

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Más allá del fútbol, la historia de Luis Enrique y Xana es un testimonio de amor, resiliencia y la capacidad humana de encontrar luz en medio de la adversidad. El entrenador asturiano ha logrado convertir el recuerdo de su hija en una inspiración constante, demostrando que, incluso en los momentos más difíciles, el espíritu puede mantenerse firme y esperanzado.