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“No andés sola”| Acoso y desapariciones: Puntos invisibles de la violencia que enfrentan mujeres desde corta edad en Honduras

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María* tenía tan solo 11 años cuando salió junto a su hermana a hacer un mandado rápido a una pulpería cercana, nunca pensó que unos pocos segundos marcarían un antes y un después en su vida; esa fue la primera vez que escuchó comentarios obscenos sobre su cuerpo de parte de unos sujetos que iban en la paila de un carro.

Ambas se quedaron calladas, luego María hizo como si nada pasó y siguieron platicando. Ahora ya creció, pero desde esa fecha recuerda esa sensación de pavor y, cómo, lastimosamente se volvió algo cotidiano en su diario vivir.

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“No andés sola en la calle”, es algo que una jovencita suele escuchar a lo largo de su vida, hasta que se convierte en mujer. Este consejo no es infundado, ya que el riesgo de que las palabras se conviertan en acciones físicas, como agresiones sexuales, violaciones e incluso la muerte, es considerable.

Me quitaron mi espacio seguro”

Andrea* es una chica que siempre ha sido muy activa en los deportes, durante varios años corría por un bulevar cerca de su casa en Tegucigalpa, era su actividad favorita después de venir de la universidad y, a veces, antes de irse a clases.

Ella estaba consciente de que muchos conductores le gritaban cosas inapropiadas sin reflexionar que este comportamiento causa incomodidad, miedo y genera inseguridad entre las féminas.

Para apaciguar un poco esto, decidió usar audífonos al volumen máximo y así no escuchar lo que le decían, hasta una tarde que después de un “pique” iba caminando para poder recobrar fuerzas.

(Foto: BBC)

“Estaba un poco cansada ese día, entonces caminé un trayecto, en ese momento sentí como alguien me pegó en mi muslo izquierdo con mucha fuerza, mi reacción fue congelarme”, reveló Andrea.

Trató de dar batalla y proferir un par de insultos para aliviar la rabia, pero no le salió la voz: “Me sentí impotente, con mucha vergüenza y lo único que pude hacer fue llorar, nunca me había pasado algo así”.

“Después de tanto tiempo que utilicé el deporte como una forma de escape no pude salir otra vez sin constantemente mirar hacia atrás, si bien sé que Tegucigalpa es violento. Ese tiempo era como mi espacio seguro y me lo quitaron”, finalizó.

*Utilizamos nombres falsos para guardar las identidades de las fuentes de testimonios.

Acoso mortal

Aunque a veces parezca exagerado, es vital reconocer que las niñas y jóvenes hondureñas enfrentan muchos obstáculos desde una temprana edad que las expone a ser oprimidas por la violencia en el territorio nacional, y el acoso que minimizan, tiene probabilidades de tornarse en una muerte violenta.

Recientemente, dos casos dejaron esto en evidencia: uno ocurrido en el departamento de Ocotepeque y otro en el Distrito Central.

A Loany Alfaro de 17 años la encontraron sin vida, fue ultimada a pedradas y los principales sospechosos fueron unos sujetos que constantemente la acosaban al punto de seguirla hasta su casa y amenazarla con la frase: “Sea como sea vas a ser de nosotros, querrás o no querrás”.

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Escena del crimen donde hicieron el hallazgo del cuerpo de Loany en Ocotepeque. (Foto cortesía)

Tan solo a semanas de diferencia sonó en los noticieros un espeluznante caso muy similar, una adolescente fue ultimada con arma blanca dentro de su propia vivienda en la colonia Centroamérica Oeste de la capital.

Conforme con algunos testimonios, el hombre que la atacó hasta provocarle la muerte estaba “obsesionado” con ella.  Es una situación normalizada, que si no se hace un esfuerzo de cambio real continuará.

El experto en seguridad ciudadana, Edgardo Mejía, estableció que a través de una investigación se pueden determinar aquellas zonas de alta incidencia donde se cometen delitos en perjuicio de las mujeres.

“La parte positiva de la estadística criminal es precisamente para poder arrojar esos datos de incidencias alcistas y esos sectores y hasta los horarios en los que se cometan los delitos contra la mujer, quienes son uno de los grupos más vulnerables en Honduras”, puntuó Mejía.

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Desapariciones y trata de personas: un flagelo silencioso

Otro de los flagelos que afecta a las menores son las desapariciones, siendo algunas de las causales los feminicidios y trata de personas.

Este último de acuerdo con la Comisión Interinstitucional Contra la Explotación Sexual Comercial y Trata de Personas de Honduras (CICEST) es el movimiento ilegal de personas con propósitos de esclavitud laboral, mental, reproductiva, explotación sexual, trabajos forzados, extracción de órganos, o cualquier forma moderna de esclavitud contra la voluntad y el bienestar humano.

Ojo con las redes sociales

Marco Pérez, de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), explicó que en muchas ocasiones jóvenes son engañadas, sacadas del país o cuando van en ruta migrante y terminan siendo víctimas de explotación sexual.

“Es uno de los negocios más lucrativos a nivel internacional (…) A través de las redes sociales están engañando a muchas adolescentes con situaciones que las van a favorecer, pero las llevan a prostituirse a estos lugares. La ruta de Guatemala, México y el sur de Estados Unidos se encuentran adolescentes que están siendo prostituidas y han sido engañadas por medio de las redes sociales”, reiteró para Once Noticias.

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(Foto: Getty Images y World Vision Honduras)

Solicitan tomar en serio las denuncias

Dos casos de desapariciones de mujeres se volvieron mediáticos: Angie Peña y Belkis Paz, dos jóvenes que no han vuelto a casa con sus familias; dos de las decenas de niñas, jovencitas y mujeres en el largo listado de desaparecidas que muestra una realidad dolorosa.

El Foro de Mujeres por la Vida dio a conocer las estadísticas de estos casos en los últimos años: 186 víctimas en 2020; 202 víctimas en 2021 y 204 víctimas en 2022.

Agregaron que algunas de las desapariciones de mujeres están vinculadas a feminicidio, en tal sentido, Alexandra Kelly miembro de esta organización, acotó sobre la importancia de tomar en serio las denuncias para encontrar a las féminas con vida.

“Sabemos por el monitoreo de medios de comunicación que de las víctimas de feminicidio al menos 15% fue reportada como desaparecida por sus familiares, fueron asesinadas en las primeras 24 a 48 horas de su desaparición. Es por tal razón necesario que las instituciones se tomen en serio estas denuncias y las búsquedas sean inmediatas porque las primeras horas son transcendentales pea encontrarlas con vida”, manifestó.

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(Foto: Cortesía)

Al mismo tiempo, Kelly arguyó que no existe un vacío en protocolos en caso de desaparición y una alta revictimización en estos casos:

“Hasta el momento solo existe la alerta temprana Ámbar la cual solo es aplicada en menores de edad en su mayoría. Hay un gran vacío en políticas, protocolos y leyes que traten la desaparición de hecho tal delito ni siquiera existe y cuando se acusa a un sospechoso se le tipifica con otros delitos (…) Existe mucha revictimización por las instituciones y la sociedad en general, esto se puede observar en las publicaciones de mujeres desaparecidas con las cosas que la gente comenta. No hay campañas de prevención”.

Conociendo la situación, es vital que el Estado pongan manos a la obra también en estas aristas que parecen invisible hasta que se les menciona, las jóvenes y niñas merecen la oportunidad de vivir en una sociedad que la dote de todas las herramientas para sacar su mayor potencial y ser quienes desean de una manera libre, feliz y sana.

Primera parte de la serie?Una pesadilla en la vida real: Situación de violencia de mujeres en su propia casa en Honduras

Segunda parte de la serie?¿Culpa de las mujeres?| Impunidad, la pared entre la denuncia y la justicia para las víctimas de violencia en Honduras

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Acerca del Autor

Elisa Reyes

Licenciada en Periodismo (UNAH).

Redactora de Once Noticias.