A los 90 años, abuela puertorriqueña rompe barreras y se gradúa de la universidad
Rita Victoria Hernández, una abuela puertorriqueña de 90 años, se ha convertido en un verdadero símbolo de perseverancia y superación al cumplir un sueño que muchos consideran imposible a esa edad: graduarse de la universidad. Esta abuela valiente no solo desafió las expectativas sociales, sino que también rompió barreras generacionales al obtener su tan anhelado título universitario.
A pesar de los retos físicos y emocionales propios de la edad, esta abuela decidida cruzó con orgullo la tarima del Mount St. Jacinto College, en California, donde recibió su diploma de Asociado en Artes. Gracias al apoyo incondicional de su familia, la abuela universitaria demostró que nunca es tarde para aprender, crecer y cumplir sueños, sin importar los años que marque el calendario.
Durante la pandemia de COVID-19, cuando el aislamiento golpeó especialmente a los adultos mayores, la familia de esta inspiradora abuela tomó una decisión que cambiaría su vida: inscribirla en un programa de universidad. Lo que empezó como una forma de mantenerla activa y mentalmente estimulada, se convirtió en un camino de transformación personal y académica.
Esta decisión no solo buscaba mantenerla ocupada, sino también evitar el deterioro cognitivo que podría haber sufrido debido a la falta de estímulos y la soledad. La educación se convirtió así en una herramienta vital para su bienestar mental y emocional.
La culminación de un sueño y un ejemplo para el mundo
Con la ayuda de un scooter y un bastón para desplazarse, Doña Rita asistió a clases y completó sus estudios en un periodo de tres años, enfrentando retos tanto físicos como emocionales.
“Fueron unos tres años difíciles, bastante difíciles, pero dije tengo que seguir”, comentó emocionada. Gracias a su determinación y disciplina, logró superar cada obstáculo y, finalmente, en una emotiva ceremonia, recibió su diploma frente a familiares, profesores y compañeros.
Para ella, este logro representa mucho más que un título académico. “Me siento sumamente orgullosa, agradecí a nuestro Señor por darme esta oportunidad a esta edad”, expresó con gratitud.
Sin duda, su historia ha inspirado a muchas personas en Puerto Rico y más allá, recordándonos que, aunque el paso del tiempo es inevitable, la edad no debe ser una barrera para perseguir nuestros sueños y que el aprendizaje es un proceso que dura toda la vida.
Su historia ha inspirado a muchas personas en Puerto Rico y más allá, recordándonos que la edad no debe ser una barrera para perseguir nuestros sueños y que el aprendizaje es un proceso que dura toda la vida.
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