La peligrosa jungla del Darién es descrita por los migrantes como el infierno, pero la necesidad les obliga a atravesar esta ruta inhumana. El paso de migrantes se da desde hace 2 décadas, pero el fenómeno se disparó en años recientes.
Panamá ha invertido más de 60 millones de dólares en la atención de las personas, pero anticipó que tomará medidas concretas al considerar que los demás países, incluso Colombia no están implementando esfuerzos por detener ese flujo que ya asciende a los 300 mil, según cifras oficiales en lo que va de este año.
El gobierno de ese país no detalló cuáles serán las acciones en concreto en un comunicado difundido en las últimas horas, aunque la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, dijo que es el momento de establecer “normas y reglas” dejando entrever una posibilidad de cierre de fronteras. Las medidas se anunciarán la próxima semana.
“Y no me digan que no se puede cerrar la frontera para conversar (sobre) formas regulares de paso”, señaló Gozaine. “Es posible, pero genera (o exige) acción”.
El Ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino, dijo: “Hemos rebasado la capacidad de atenderlos, a pesar de los esfuerzos y reuniones con los países involucrados”.
Parte de la estrategia del gobierno incluye la campaña mediática “Darién no es una ruta, es una jungla”, que busca desincentivar el flujo migratorio y que describe la realidad a la que se enfrentan los migrantes que emprenden la peligrosa travesía que ha cobrado la vida de cientos de personas. Incluso los propios migrantes describen que han visto a personas suicidarse al sentir la incapacidad de superar el paso por la selva en el llamado “Tapón”.
Esta migración pone además en evidencia la vulnerabilidad de los niños y niñas expuestos a todo tipo de abusos, además de los riesgos de la jungla.
Cada día entre 2.500 y 3.000 personas toman la decisión de atravesar El Darién. La mayoría migrantes venezolanos, ecuatorianos, haitianos, de África y en los últimos meses se ha reportado un incremento de chinos.
A inicio de este año Colombia, Panamá y Estados Unidos anunciaron trabajo en conjunto para enfrentar las redes de tráfico ilegal de personas que operan en la frontera donde termina América del Sur e inicia Centroamérica en un intento por acabar con el flujo migratorio en 60 días, más de mil agentes de seguridad se desplazaron a la conflictiva zona, pero no lograron controlar la avalancha de seres humanos que lo único que buscan es mejorar su condición de vida y la de sus familias.
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