En una entrevista exclusiva para la unidad digital de Canal 11, un hondureño deportado testificó la manera en que lo trataron en migración de Estados Unidos y expresa haber sido tratado como criminal durante su proceso de expulsión del país americano, a pesar de no tener antecedentes penales.

Por lo tanto, relata su experiencia desde su salida de Honduras hasta su retorno forzado. Expone las duras condiciones y el maltrato que enfrentó por parte de las autoridades migratorias estadounidenses.

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Según su testimonio, después de ser capturado en un operativo del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) en Montana, el norcentro estadounidense, lo esposaron de pies y manos. Fue trasladado por varios estados durante días y finalmente deportado como si fuera un reo peligroso. “Aunque pagué mi boleto y solicité salida voluntaria, me trataron como a un criminal”, expresó.

Así mismo, manifestó que lo acusaron de pertenecer al grupo criminal Tren de Aragua; ya que a todos los migrantes que agarran los acusan de eso y testifica que pudo demostrar su inocencia gracias a que no tiene tatuajes.

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Viaje con la mafia, extorsiones y hacinamiento

El hondureño deportado por el gobierno de los Estados Unidos salió del país cinco estrellas en noviembre de 2023 en busca de mejores oportunidades para él y su familia, y desde el inicio, el trayecto lo vio riesgoso; viajó en buses abarrotados desde Honduras hasta la frontera con México.

Por ende, testifica que, a partir de ahí, su camino estuvo marcado por extorsiones de policías y un acuerdo forzoso con redes criminales mexicanas que controlan el paso hacia Estados Unidos.

“Aunque uno lleve pasaporte legal, igual le sacan dinero. La policía se aprovecha por ser migrante”, denunció. Durante el tránsito por México, lo transportaron en condiciones inhumanas, junto a decenas de personas encerradas en pequeñas bodegas y buses diseñados para muchos menos pasajeros de los que cargaban. “En un bus para 50 íbamos 150 personas, todos apretados”, recordó.

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Captura y proceso judicial de deportación

El operativo que llevó a su detención ocurrió mientras recogía a unos amigos, ya que ICE ya los vigilaba por tener antecedentes y órdenes de arresto y, aunque él no tenía cargos, lo arrestaron junto con ellos. “Ellos salieron corriendo, los de ICE nos persiguieron y hasta helicópteros usaron para encontrarnos”, narró.

A sus amigos los golpearon, y uno incluso, tres oficiales lo ahogaron en la nieve. A él, por no tener antecedentes, solo le preguntaron por su estatus migratorio antes de arrestarlo.

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Por lo tanto, pasó dos meses en el centro de procesamiento GIO esperando su corte migratoria. Durante ese tiempo, escuchó testimonios de personas golpeadas, humilladas y hasta con fracturas luego de su detención. “Unos llegaban con moretes y otros hasta con el pie quebrado”, aseguró.

Por ende, en la corte, enfrentó una acusación infundada de pertenecer al grupo criminal Tren de Aragua, a pesar de no tener vínculos ni tatuajes relacionados, testificó. Finalmente, logró demostrar su inocencia mediante una carta de su empleador en Estados Unidos, quien certificó que trabajó todo el tiempo que estuvo allá.

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Trato injusto en el vuelo de deportación

Aunque pagó su boleto de regreso con un costo de $684 y contaba con pasaporte, las autoridades lo trataron igual que a los deportados con antecedentes. “Desde el primer momento me encadenaron como a un delincuente. “Nos llevaron de estado en estado durante tres días antes de salir de Luisiana a Honduras”, relató.

Sin embargo, media hora antes de aterrizar en Tegucigalpa, los agentes le quitaron las esposas para que el personal hondureño lo viera llegar “libre”, pero en realidad el trato fue indigno.

“Es una injusticia que a los que no hemos cometido delitos se nos trate así. Yo nunca estuve preso ni hice nada malo en Estados Unidos”, enfatizó.

Al llegar a Honduras, el alivio fue inmediato. “Se sentí libre uno por volver”, concluyó.

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