Según estudios realizados por la Universidad de Warwick en el Reino Unido y la Universidad de Dartmouth en Estados Unidos, la felicidad tiende a seguir una curva en forma de U a lo largo de la vida, tomando como base patrones generales sobre la relación entre la edad y el estado de bienestar.
Los estudios indican que las personas tienden a ser más felices en la juventud y en la vejez, siendo en la mediana edad la etapa en la que suelen presentar mayores niveles de estrés y frustración.
En la juventud, la sensación de novedad, la exploración y la falta de responsabilidades financieras pueden contribuir a altos niveles de felicidad.
La felicidad aumenta nuevamente a medida que las personas envejecen, se valoran más las relaciones significativas, la sabiduría acumulada y la capacidad de disfrutar de las cosas más simples de la vida.
Por otro lado, la mediana edad puede ser un período de desafíos. Las responsabilidades familiares y laborales a menudo alcanzan su punto máximo durante este período, lo que puede generar estrés y preocupación.
No obstante, esto no suele aplicarse para todas las personas por la incidencia de otros factores como la resiliencia emocional y la capacidad de adaptación.
Esto último se debe al desarrollo de habilidades de afrontamiento sólidas que ciertos individuos pueden superar mejor los desafíos y mantener una mayor felicidad a lo largo de sus vidas.
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