Surge cierto grado de incógnita en la población cuando observan que el gas lacrimógeno es el arma preferida de los policías para desalojar manifestantes, y siembra más perspicacia ver cómo ellos ni se inmutan con el incómodo humor que emite este utensilio, sin embargo no conocen el entrenamiento al que los someten para soportarlo.
A través de un vídeo que se viral de inmediato en las redes sociales, se visualiza la «cruel» adaptación que deben sufrir los agentes en formación para lograr un eficaz funcionamiento del organismo ante el gas pimienta.
Asimismo, los «altos mandos» recurren a golpes e insultos como mecanismos de reacción para evitar que aquel que se sienta incómodo con el olor del gas, evite salir del círculo de concentración.
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