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Un destino ubicado en el corazón de la Mosquitia hondureña

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La reserva de la Biósfera de Río Plátano se extiende por kilómetros a ambos lados del río que lleva su nombre y serpentea entre la indomable selva.

Cuenta con una extensión de cinco mil 250 kilómetros cuadrados y abarca montañas y tierras bajas de selva tropical con amplia biodiversidad.

En el año 1984 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, UNESCO, la declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Sin embargo en 1996 fue dada la alerta de peligro dado a los escasos o nulos esfuerzos por brindarle protección.

En su fauna se puede hallar diversas especies de monos, gato de monte o tigrillo, lince, jaguar, entre otros.

Entre la multiplicidad de aves es muy común encontrar: guacamaya, tucán, loros y una gran variedad de pájaros pequeños como el singular colibrí esmeralda que solo ha sido localizado en esta zona.

Contenida en un bosque de hoja ancha de profunda diversidad, sobresalen árboles de 50 metros como ceibas, también abundan las caobas, cedros, san juan y majestuosos pinares.

también han sido localizados 69 sitios arqueológicos, mismos que condujeron a los arqueólogos al descubrimiento de la enigmática Ciudad Blanca.

La cual se considera perteneció a una cultura muy antigua, aún desconocida; a los científicos llama la atención que pasara tanto tiempo desapercibida.

Esta reserva natural esta habitada por la etnia Pech, de la que se calcula su número en dos mil personas.

A pesar de su exótica belleza, la Reserva de Río Plátano no cuenta amplia visita de turistas, en parte por su remoto aislamiento.

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