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Reclutamiento obligatorio de los ZETAS: “¿ENTRAS o te MUERES?”

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Los zetas te agarran y te dicen que si no te unes a ellos te van a matar, y como escarmiento torturan a gente frente a ti… ¿Ante eso qué haces?, relató de un joven que huía de una leva.

Calificado como el grupo criminal más violento de los que operan en México, Los Zetas es el único grupo que ha recurrido a la leva (reclutamiento obligatorio) para engrosar sus filas y hacer frente a sus rivales e incluso a las autoridades.

‘Es único grupo que obliga a las personas a sumarse a ellos como sicarios, los secuestran y les dan dos opciones: o le entran o los matan. Es el único cartel que ha sido cruel y sanguinario a la hora de obligar a la gente a que acepten enrolarse con ellos’.

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Una mujer aterrada viaja en una camioneta que recorre Tamaulipas, México. No sabe a dónde va y para qué. Sólo sabe que si se quita la venda de los ojos, la ejecutarán.

Esa mujer desciende con miedo de la camioneta. Las piernas le tiritan mientras entra a una quinta grande, polvosa, aislada bajo el calor desértico, le ordenan quitarse la venda y avanza detrás de los hombres armados.

Atraviesa una habitación, otra, un pasadizo, un túnel. La mansión se va oscureciendo mientras desciende unas escaleras y sus ojos se fijan en una luz tenue y roja que cubre todo lo que hay en un sótano casi sin muebles: cuerpos desnudos y encadenados a las columnas que van de techo a piso.

Ahí hay jóvenes que agonizan. Desvanecidas, sostenidas sólo por cadenas. Que balbucean a través de hilos densos de saliva y sangre. Que parecen estar en sus últimas horas de vida. Y alrededor de ellas merodean hombres que sonríen y las violan, ríen y las golpean, se tocan los genitales y las hieren con cuchillos.

Esa mujer asustada cierra los ojos. Cree que hay cuatro, cinco, seis mujeres. Sus custodios la obligan a mirar y, para evitar llorar, pone la mente en blanco y enfoca un altar y unas velas. La sangre que se esparce en el piso desprende un intenso olor a hierro, como de ferretería vieja, como sabor a moneda bajo la lengua.

Yo calculaba que tenía varios años secuestrada, pensé en cuatro, cinco… A las víctimas les colocan chips para impedir que huyan, los narcos se deshacen de los cuerpos con «técnicas» de horror, y hay clientes que pagan por torturar y casi ninguna de las víctimas se salva.

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“Los Feos”. “Los Viejos”. “Los Malitos”. “Los Señores”. “La Última Letra”. “Ellos”. Es la semántica del miedo. Nadie llama por su nombre a “Los Zetas”.

Soltarlo en voz alta en un bar genera un incómodo silencio de miradas esquivas. Las autoridades locales prefieren hablar de ‘crimen organizado’, los periódicos eluden citarlos en los titulares. El terror está enraizado, como los nogales, en aguas profundas y laberínticas. Ríos de sangre  explican.

Formado por desertores del ejército mexicano, “Los Zetas” nacieron como un brazo armado del Cártel del Golfo para hacer frente a sus rivales. Su extremo sadismo le hizo ganar terreno en muy poco tiempo. Sometían a torturas bestiales a sus enemigos, los mutilaban y decapitaban. Muchas veces grababan sus aberraciones en vídeo y las colgaban en Youtube.

Cuando querían hacer desaparecer cuerpos, eliminaban el rastro en ácido o los quemaban en barriles de aceite en llamas. Hacia 2010, cada vez más fuertes y enloquecidos, rompieron con el “Cartel de Golfo”. Para entonces ya estaban asentados en la región de los Cinco Manantiales.

“Estos son Los Z culpables de matar a gente inocente, como los del autobús de la semana pasada. Gobierno abre los ojos: Nosotros cuidamos al pueblo”.

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Mujeres Sicarias

“Fui rebelde desde pequeña, luego me convertí en una adicta a las drogas y al alcohol”, explica una rea, que se encuentra a la espera de juicio. Cuando tenía 15 años, Juana se quedó embarazada de un hombre 20 años mayor y, para mantener a su bebé, se dedicó a la prostitución. Posteriormente, se unió al cártel mexicano.

Juana, una mujer de 28 años conocida como ‘La Peque’, ha confesado desde una prisión de Baja California (México) que, cuando trabajaba para el cartel mexicano de los Zetas, mantuvo relaciones sexuales con algunos cadáveres decapitados y se bebió la sangre de sus víctimas mientras todavía estaba caliente, informa al famoso medio ‘The Daily Mail’.

Según el diario británico, que cita al portal mexicano Denuncias, la sicaria admite que comenzó a “excitarse, rociarse y bañarse” con la sangre de las víctimas a las que asesinaba, hasta el punto de utilizar “tanto las cabezas cortadas como otras partes de los cuerpos para darse placer”.

Cuando trabajó para los Zetas, ‘La Peque’ incluso presenció cómo aplastaban la cabeza de un hombre con una maza:

“Recuerdo que me sentí triste y pensé que yo no quería terminar así”.

Y así podemos mencionar muchos relatos de personas víctimas de los zetas, muchos que trabajaban para ellos y todas las atrocidades que han cometido a lo largo de muchos años, cobrándose la vida de miles y miles de personas inocentes. Para muchos la verdadera historia de terror es:

‘Los Zetas hacen ver a los terroristas de ISIS como principiantes. Y todas las barbaries  ocurren (según los relatos) ante la complacencia, ineficiencia y/o corruptelas de autoridades de todos los niveles de gobierno.’

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