El sueño de comenzar una nueva vida en una casa propia terminó en tragedia para Roger Coleman y Annie Villatoro, una joven pareja que recientemente había encontrado un lugar en la colonia Mirador de Oriente, en Tegucigalpa.
Lamentablemente, el destino les deparó un desenlace fatal cuando fueron hallados sin vida en una remota montaña, junto a sus amigos Alejandro Aceituno, Kenneth Gabriel Cruz y Elvin Izaguirre, quienes les ayudaban en la mudanza.
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La pareja y sus amigos desaparecieron, desatando una búsqueda desesperada que culminó con el hallazgo de sus cuerpos dispersos en las montañas de Tatumbla, a varias horas de distancia de la capital.
Las autoridades vinculó estos crímenes preliminarmente a una disputa por la casa que la pareja se iba a mudar. Cinco supuestos miembros de la Pandilla 18 fueron arrestados con evidencias que los conectaban directamente al crimen, incluyendo posesión de pertenencias de las víctimas.
Se presume que el propietario de la vivienda, afectado por la violencia de las pandillas, sufrió un desplazamiento forzado en un intento por preservar su propiedad.
Este acto de violencia sin sentido ha conmocionado a la comunidad hondureña, subrayando la peligrosa influencia de las organizaciones criminales en la sociedad.
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El director de la Policía Nacional, Juan Manuel Aguilar, condenó los hechos como un desplazamiento forzado injustificable y aseguró que las investigaciones están en curso para llevar a los responsables ante la justicia.
“Estos muchachos (los pandilleros) habían hecho un desplazamiento forzado al propietario de la vivienda y esta fue la situación que motivó a estos hechos”, indicó Aguilar.
El quíntuple crimen ha dejado a la comunidad local consternada y en estado de alerta, destacando la urgente necesidad de abordar la violencia urbana y garantizar la seguridad de los ciudadanos en sus propios hogares.
