Agenor Moreno se salvó de morir en un accidente en 2008, pero ayer, no pudo con las balas que apagaron su vida.
El vocero de la Secretaría de Seguridad, Yair Meza, habla del asesinato de Moreno [jwplayer gfHvN66r]
Era un viernes del año 2008 cuando Agenor Gonzales Moreno venía de Choloma hacia San Pedro Sula conduciendo su autobús y el destino lo condijo a un encuentro inesperado con la muerte.
Ese día llovía… el reloj no había marcado las 6:00 a.m. cuando Moreno transitaba frente a la colonia Fesitranh y la rama de un enorme árbol cayó sobre el vidrió frontal del vehículo traspasando el costado del conductor quien en ese entonces tenía 48 años.
Gravemente herido fue trasladado a un centro asistencial donde milagrosamente sobrevivió tras librar una dura batalla.
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En su momento, desde la cama del hospital Agenor relató que «venía despacio» y que quizá si hubiese venido a más velocidad no habría salido herido en una experiencia que lo marcó para siempre.
Casi diez años después de ese terrible suceso, la vida le hizo otra mala jugada; una tragedia que hoy tiene a su familia llorando su partida.
Ayer, Moreno se levantó muy temprano como todos los días y aunque era su cumpleaños número 57, decidió que sería un día normal de trabajo.
Cuando todavía el Sol no salía, abordó la unidad 115 de la empresa Etruch, de la cual era motorista hace muchos años. El camino de Choloma a San Pedro Sula estuvo tranquilo y el clima fresco pintaba que sería un grandioso día; pero en el viaje de regreso, la ola de violencia se lo llevó de encuentro. Esta vez, el viaje era sin retorno.
A las 6:15 a.m. Agenor detuvo el autobús en la esquina entre la 10 calle y 8 avenida del sampedrano barrio Lempira. Mientras pasajeros subían y bajaban de la unidad, desconocidos se bajaron de una camioneta y lo acribillaron frente a la mirada perpleja de los presentes.
A esos segundos de terror siguieron los de impotencia de no poder hacer nada por salvarle la vida. Gonzales murió instantáneamente en su asiento de conductor a causa de múltiples impactos de bala disparadas por un fusil de grueso calibre y una pistola 9 mm.
Tras el violento hecho, la empresa de transporte cholomeña mantiene paralizada sus unidades, mientras la policía habla del cobro de impuesto de guerra como el móvil más fuerte del crimen.
Su familia aún conserva parte de la rama que hace casi una década estuvo a punto de quitarle la vida, y ahora no se resignan a que ya no esté entre ellos el hombre que siempre fue un ejemplo de vida, trabajo y honradez para todos los que le conocieron.
¿Usted qué opina?