Este martes, la Federación Olímpica de Rusia recibió el anuncio de que no podrán participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, que se llevarán a acabo en Pyeonhgchang, Corea del Sur.
Esta determinación confirma que Rusia es culpable de ejecutar un extenso programa de dopaje respaldado por las instituciones del gobierno, solamente comparado a lo realizado por Alemania Oriental en los años sesenta; sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI) asegura que el programa no tiene antecedentes.
De la misma forma, los funcionarios del gobierno ruso tienen prohibido asistir al evento olímpico que se celebrará el próximo año.
La bandera rusa no será desplegada en la ceremonia inaugural y su himno no será entonado, todo como parte de las medidas establecidas por el COI.
Thomas Bach, presidente del COI, declaró estar perturbado por el gran engaño y por como el el laboratorio olímpico actuó de forma corrupta bajo órdenes rusas.
En una operación nocturna realizada durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, un equipo formado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte manipuló más de cien muestras de orina para esconder la evidencia del uso de esteroides por parte de los atletas.
Desde ese año, decenas de atletas rusos fueron descalificados de los resultados de Sochi, pero los investigadores aún analizan muchas pruebas.
Como consecuencia, en el próximo evento de invierno se realizará una ceremonia especial para reasignar las medallas de los atletas involucrados en el dopaje.
¿Cómo funcionaba el dopaje sistemático?
Según el COI, Rusia quería sentar los precedentes de que estaban preparados para albergar y desarrollar cualquier evento deportivo con éxito. De la misma forma, necesitaban que sus deportistas triunfaran.
Sochi era el escenario ideal, pero la metodología se aplicó desde los Juegos Olímpicos de Londres 2012 hasta el Mundial de Natación 2015.
Meses antes de cada evento, los técnicos rusos designaban a aquellos atletas que tenían mayor oportunidad de conseguir una medalla.
No debían pensar en los controles fuera de competición, pues en el Laboratorio de Moscú, ya sabrían que hacer cuando las muestras de orina llegaran.
Durante las distintas competencias, el laboratorio actuaba bajo control independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), por lo que cambiaban la orina antes de analizarla. Así, los medallistas de Sochi congelaron su orina limpia, sin ninguna clase de sustancia para potenciar el rendimiento.
Estas muestras llegaban al laboratorio y en la noche, abrían los frascos con muestras reales y cambiaban la orina. Hoy en día, no se puede comprobar a ciencia cierta como lograron abrir los frascos, pues llevan un proceso de sellado sumamente seguro.
Ya en el laboratorio, el director Grigory Rodchenkov analizaba y cuando daban positivo, consultaba con Rusada, la agencia rusa de antidopaje. Después, informaba al viceministro ruso de Deportes, Yuri Nahornykh.
«Tal deportista ha dado positivo», le comentaba Rodchenkov, mientras que el político le respondía «salva» o «cuarentena».
Si respondía «salva», Rodchenkov debía reportar el control como negativo en el sistema informático y después falsificar el informe. Si la respuesta era «cuarentena», el caso seguía adelante.
Según los informes, los «salva» corresponden a más de 300 de los 577 deportistas que lograron subir al podio en Sochi.
Durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, el gobierno ruso construyó un edificio adjunto al laboratorio antidopaje, ajeno al control de los inspectores de la Agencia Mundial Antidopaje. Estos recintos se conectaban por un agujero, en el que Rodchenkov realizaba los repartos de recipientes con muestras.
En la instalación, los especialistas disponían de orina limpia que les habían enviado a Moscú desde meses antes. Rodchenkov les agregó sal para que el líquido tuviera la misma gravedad señalado en el análisis previo.
¿Usted qué opina?