Protagonizada por Timothée Chalamet (Call me by your name), Oscar Isaac (Star Wars) y Rebecca Ferguson (Misión: Imposible – Nación Secreta), esta mega producción entre cuatro países busca ser la mejor versión de una novela que lleva 47 años tratando de ser adaptada al cine.
Dune se comenzó a producir en 2016, hace ya 5 años, y su estreno estaba programado para finales de 2020; sin embargo, el desierto que en las salas de todo el mundo dejó la pandemia ha obligado a los ejecutivos a ir cambiando de fechas hasta definir el 21 de octubre próximo como el día definitivo de su lanzamiento mundial.
La película, con un presupuesto de 165 millones de dólares (casi 4 mil millones de lempiras) dio vida a sus escenarios alucinantes con filmaciones hechas en paisajes de Budapest y Jordania.
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La trama
La historia, basada en la novela homónima de Frank Herbert, de 1965, tiene lugar en un futuro lejano en que las computadoras han sido erradicadas, y la sociedad es controlada por un sistema feudal que se refleja en la existencia de dos casas nobles (los Harkonnen y los Atreides), al estilo de Game of Thrones.
Estas luchan por la «especia», una sustancia preciosa capaz de incrementar a niveles multidimensionales las capacidades humanas, y cuyos yacimientos se encuentran en el peligroso planeta Dune.
La acción se centra en este último, en donde Paul Atreides, el heredero de un duque, y su madre, Lady Jessice ven amenazada una operación de extracción de la sustancia por la presencia y ataque de seres monstruosos.
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Dune, su historia
Para darse una idea del impacto que ha tenido esta historia desde su publicación como libro hace 56 años, hay que destacar que sirvió de inspiración para la serie de Star Wars y prácticamente todo el cine de ciencia ficción de la última mitad del siglo XX.
Pero su camino hacia los cines ha sido complejo; en 1974, se le encargó al cineasta y escritor franco-chileno Alejandro Jorodowsky la primera adaptación de Dune al cine.
Ambicioso como era, Jorodowsky se planteó hacer la mejor película de todos los tiempos, y para ello llegó a contar con un elenco de talla mundial que empezaba por Orson Welles, uno de los mejores directores de cine de la historia, y pasaba por el pintor surrealista Salvador Dalí, quien cobraba 100,000 dólares por hora trabajada en el proyecto.
Luego de cientos de complicaciones con la filmación, el presupuesto y la tardanza de su finalización, el proyecto quedó abandonado como el borrador más fascinante del cine, digno del documental Jodorowsky’s Dune, de 2013.
Un nuevo intento lo haría David Lynch en 1984, pero desavenencias creativas con la casa productora dio como resultado una obra vilmente editada que, aunque llegó a estrenarse, no fue perdonada por la crítica.
Este nuevo intento, que ha logrado ser homogéneo en su realización de principio a fin, fue mostrado en el Festival de Cine de Toronto de este año y ya cuenta con la aceptación de buena parte de la crítica.
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