El 23 de junio de 1989, el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia Fasquelle descubrió un templo único y extraordinario. Es el que ahora conocemos por “Rosalila”, siguiendo un sistema de nomenclatura establecido por el proyecto Tikal
A Rosalila no la destruyeron los antiguos mayas, como a otros edificios que han encontrado los arqueólogos. Fue enterrada con mucho esmero y con ceremonia. Sus molduras y nichos fueron rellenadas con una capa gruesa de mortero blanco. Mortero protege las numerosas capas de pintura original de Rosalila.
Datos de Rosalila
Mide aproximadamente 12.9 metros de alto y tiene tres pisos. Los dos niveles superiores sirven como una gigantesca cartelera pre-colombina y despliegan un complejo trabajo artístico religioso del clásico temprano. El nivel más bajo se compone de cuatro cuartos largos y angostos, y solamente cruzando los tres primeros se puede llegar al cuarto central y más íntimo.
Las paredes internas del templo están cubiertas con hollín, consecuencia de la actividad de quemar incienso y de utilizar antorchas, algo similar a las paredes de muchas iglesias viejas. También se encontraron ofrendas de cuchillos de pedernal que se usaban para sacrificios, joyería tallada en jade, conchas de mar, espinas de manta raya, uñas de jaguar y restos de pétalos de flores y agujas de pino.
El fascinante mundo maya no deja de sorprendernos es por eso que la asociación Copán donó fondos para una parte de la investigación y para la preservación de Rosalila para el público. Creando también un túnel para los visitantes siendo un verdadero icono de identidad nacional.
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