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Confusión en identidad de criminales pone en ‘jaque’ a autoridades hondureñas

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El caso de doble identidad de alias «El Pechocho» ha acaparado portadas y titulares en los medios de comunicación en los últimos días.

La increíble fuga de 45 peligrosos reos de los recintos penales de Támara, Choluteca y del Centro de Menores Renaciendo, todas ocurridas durante 15 días del mes anterior, hizo evidente las debilidades de la seguridad del sistema carcelario del país.

Las cárceles nacionales, no solo requieren de modernas instalaciones que impongan un verdadero régimen penitenciario, sino que de verdaderos guardianes para impedir evasiones y fugas como las que han venido sucediendo.

Buena parte del componente de seguridad en un sistema carcelario, pasa por la certeza con que funcionan los métodos de identificación de los individuos recluidos, su ubicación en el recinto y su expediente judicial.

Sin embargo, la fuga de peligrosos reos de la pandilla 18, el pasado 11 de mayo, mostró la fragilidad institucional en el resguardo de los criminales, su plena identificación, vital para la recaptura y la suspensión de los directores de las cárceles de Támara y Choluteca, por mandos del Instituto Nacional Penitenciario (INP).

La masiva fuga de Támara fue comunicada, tres días después de que sucediera, por la directora del INP, Rosa Gudiel. Mostrando malestar e indignación por las fallas, horas después el presidente Juan Orlando Hernández, advirtió a funcionarios del sistema penitenciario que pagarían las consecuencias de este garrafal descuido.

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Hace unos días, un caso de doble identidad ha acaparado portadas y titulares en los medios de comunicación. Se trata de la captura de José Virgilio Sánchez Montoya (28) alias “El Pechocho”.

José Virgilio Sánchez Montoya alias “El Pechocho”.

Este caso generó gran confusión en torno a su verdadera identidad y que solo pudo ser dilucidado gracias a pruebas dactilares de la fiscalía, en las que comprobó que “El Pechocho” aparece registrado en el penal sampedrano con una condena de 500 años de cárcel por la masacre de 17 trabajadores en una zapatería.

Sin embargo, Sánchez Montoya, andaba libre y cobrando el denominado impuesto de guerra, según la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA), que le dio seguimiento y lo capturó ignorando que se trataba del “Pechocho” que debía estar preso cumpliendo su pena.

Mientras tanto, otro extremo señala al subdirector del Instituto Penitenciario, German McNeil, sostiene que El Pechocho fue capturado y no recapturado como se dice, debido a que nunca se fugó de “El Pozo”.

McNeil afirmó que nadie se ha fugado de los centros penales de llama o Morocelí y nadie lo va hacer, porque son cárceles de «máxima seguridad».

Lo que se ha presentado son casos de doble personalidad o suplantación de identidad, por lo que se trabaja en establecer el verdadero nombre de las personas.

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En lo que se refiere a Sánchez Montoya, se encontró a otro sujeto con esa misma identidad y una condena de tres años de prisión, por portación ilegal de armas y otra de quince años por el delito de homicidio simple.

Lindolfo Pastrana Estrada resultó ser el “clon” de El Pechocho. Sánchez Montoya habría pagado para fugarse del centro penal de Támara y Pastrana tomó su lugar por órdenes de los líderes de la pandilla, quienes le ofrecieron dinero, protección y otros beneficios a cambio de cumplir la condena de 500 años que pesaba sobre el verdadero “Pechocho”.

Así fue como, José Virgilio Sánchez nunca llegó a El Pozo y luego de su fuga siguió delinquiendo como una pieza clave de la estructura criminal Barrio 18.

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OTROS CASOS

La suplantación de identidades también ha sido utilizada por criminales de alto perfil.

Un extraditable intentó usar esta artimaña y aunque logró atrasar el juicio del proceso que se le seguía para determinar si debía ser extraditado a Estados Unidos, donde se le vinculaba al cártel de los Valle Valle, no pudo sustentar la mentira por mucho tiempo.

Carlos Emilio Arita Lara.

Esta duplicidad de nombres enredó la extradición de Carlos Emilio Arita Lara, según correspondió a su real identidad, pero él utilizó el nombre de Porfirio Montufar Arita, mismo que era usado por su defensa en el tribunal.

Víctor Hugo Díaz Morales alias «El Rojo».

Otro caso de doble identidad es el de un capo Víctor Hugo Díaz Morales o Víctor Manuel Villegas Castillo, alias “El Rojo”, requerido por Estados Unidos por delitos relacionados con el narcotráfico, capturado a inicios de marzo de este año en Guatemala.

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