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CASO SIN RESOLVER: La muerte contra periodistas se ensañó en Candelaria, Lempira

   
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Más de siete años se cumplieron y el asesinato contra el comunicador social, Nery Geremías Orellana, quedó en el olvido y sin justicia

Un jueves en la mañana, el periodista Nery Geremías Orellana (26) salió como siempre a trabajar en la dirección de la Radio Joconguera, localizada en el municipio de Candelaria, Lempira, occidente de Honduras, sin imaginar su trágico destino.

El 14 de julio de 2011 otra página de sangre sería escrita en el golpeado gremio de las personas vinculadas con la comunicación en el país.

El comunicador viajaba en motocicleta hacia la referida radio cuando fue interceptado por desconocidos que le dispararon en varias ocasiones directo en la cabeza. Tras ser herido, el periodista fue trasladado aún con vida al hospital de Sensuntepeque (El Salvador), no obstante, pereció horas después.

Más de siete años han transcurrido y no se maneja ningún indicio de los hechores materiales, mucho menos de los intelectuales del crimen.

Nery Geremías Orellana era director de la Radio Joconguera en Candelaria, Lempira.
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Lo más deplorable aún, es que el día de su muerte, “el Estado ni siquiera aseguró la escena del crimen, no se realizó una autopsia y no entrevistaron nunca a posibles testigos que podían dar información sobre las amenazas que el comunicador estaba recibiendo”, deploró el abogado Joaquín Mejía, integrante del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, (ERIC), según publicó meses atrás la norteña Radio Progreso a través de su página web.

Cabe señalar que Geremías Orellana fue ultimado dos años después del golpe de Estado de 2009. Ese jueves, horas antes de su asesinato, había confirmado su participación en una reunión de radios comunitarias que se efectuaría el 15 de julio.

Como director de la emisora (Radio Joconguera), Nery, abrió espacios a programas de la Iglesia católica y del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y siempre fijó su posición crítica hacia el golpe de Estado contra el expresidente Manuel Zelaya Rosales, derrocado en 2009.

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La tragedia le pasó factura a su familia

La muerte del periodista marcó la vida de su esposa quien se encontraba ya enferma, dejando también un niño de cinco meses de edad a la deriva.

A causa de la depresión por el triste suceso, el padecimiento de la viuda de Geremías Orellana le afectó aún más, y poco tiempo después del asesinato del periodista, la fémina perdió la vida.

El hijo de ambos quedó huérfano quedando bajo la custodia de sus abuelos, quienes viven en condiciones precarias a causa de la pobreza. De acuerdo a la información, el menor que ahora ya tiene 7 años de vida ha sido lacerado psicológicamente y moralmente tras crecer sin su padre y sin su madre.

Los padres de Geremías Orellana todavía lo lloran y se enorgullecen al recordar a su hijo, considerado muy amable con la gente y comprometido con las causas justas.

La gente de este rural y olvidado municipio de Candelaria extraña al joven que se había ganado el cariño de los pobladores.

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Piden justicia a siete años de su muerte

El pasado 13 de julio de 2017 el ERIC asistido por la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de California, Los Ángeles, demandaron al Estado de Honduras ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entablaron una demanda.

Con esta demanda esperan que el Estado hondureño investigue el asesinato de Geremías Orellana, y establezca un precedente para que se investigue el crimen de las más de 70 personas vinculadas con medios de comunicación, y asimismo que el Estado acuerpe medidas y así prevenir  la repetición de hechos como lo sucedido con el comunicador social, quien era también corresponsal de Radio Progreso.

“El estado de Honduras nunca estableció una línea de investigación vinculada a su trabajo como periodista, atribuyó su asesinato a un robo común, sin analizar o comenzar una investigación para esclarecer si su muerte giraba en torno a su trabajo como periodista”, denunciaron personeros del ERIC.

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