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A la cárcel podría ir una Mamá por darle marihuana a su hijo.

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Según la Ley argentina, por cultivar marihuana Mauricio y Rocío son delincuentes y podrían ser condenados hasta con 15 años de prisión.


En una pequeña ciudad de Buenos Aires, Argentina, Mauricio y Rocío cultivan marihuana. Viven en una casona con sus dos pequeños hijos: León de cuatro años y Paquito de dos. El es mexicano y ella argentina, ambos tienen 37 años y se conocieron cinco años atrás cuando trabajaban en la misma empresa.

Un episodio desgarrador

Vamos a hablar de lo que Mauricio llama «las plantas de León». Es un domingo apacible, cae la tarde y acabamos de sentarnos en el sillón de su sala, cuando la mirada de Rocío se queda clavada en León y dice resignada: «¡Ay no Pípi!». Son las palabras que advierten que el niño está teniendo un ataque de convulsiones. Mauricio toma la mano del pequeño y le habla con voz calmada hasta que pasa el ataque, que dura un par de minutos. Una vez que pasan los espasmos, Rocío dice: «¿Ves?, es justamente esto lo que tratamos de controlar con el aceite». Se refiere al aceite de marihuana que desde hace un año le están dando a León y que desde hace seis meses producen de forma casera con la cosecha de sus propias plantas, buscando disminuir estos ataques causados por la epilepsia refractaria que padece el niño.

‘Acabamos de cosechar. El aceite salió buenísimo’.

La Cosecha

Nos dirigimos entonces a lugar donde se esconde la plantación.  «Acabamos de cosechar. El aceite salió buenísimo. Tenemos como para tres meses y ya nos salieron seis plantitas nuevas», dice Mauricio entusiasmado, señalando el lugar donde están las plantas.

Según la Ley argentina, por cultivar marihuana y producir ese aceite, Mauricio y Rocío son delincuentes y podrían ser condenados hasta con 15 años de prisión.

Rocío muestra un frasco con aceite de cannabis.

Rocío muestra un frasco con aceite de cannabis.

La desesperación

Los ataques de León comenzaron mucho tiempo atrás. Cuando tenía cuatro meses, Rocío se dio cuenta de que algo en su mirada andaba mal; como si no enfocara bien.

Después de consultar al médico, él les dijo que por alguna causa el niño no cumplía con ciertas pautas madurativas por lo que le mandaron a hacer varios estudios que en principio no mostraron nada.

La desesperante situación siguió: neurólogos, estudios, tiempos de espera. La cara de León y en especial uno de sus ojos empezaron a lucir hinchados. Cuando cumplió los nueve meses, León convulsionó por primera vez.

Una de esas secuelas, y la causa de sus convulsiones, fue la epilepsia refractaria, como suele llamarse a los casos complejos de epilepsia que no responden a ningún tratamiento.

‘En principio, el neurólogo lo empezó a recetar con un combo de dos y luego tres medicamentos’.

Rocío recuerda que «las convulsiones comenzaron en algún momento de ese período. En principio, el neurólogo lo empezó a recetar con un combo de dos y luego tres medicamentos que al principio dieron cierto resultado. Pero después empecé a observar que dejaba de comer y lo peor de todo es que las convulsiones iban aumentando, llegaron a ser hasta 15 ataques por día».

La inesperada Solución

Fue justo en este momento que Mauricio encontró un video en la red que los terminó de convencer de probar el aceite de marihuana en León: una charla TED en la que Josh Stanley, un emprendedor norteamericano pionero en el uso terapéutico de la marihuana en niños con epilepsia, hablaba sobre el ya emblemático caso de Charlotte Figi, una niña de Colorado que sufría cientos de ataques diarios de epilepsia y que a raíz del uso del aceite de cannabis logró reducirlos casi por completo.

«En ese video cuando ves a la niñita con un caso parecido al de León, como que te sientes identificado», dice Mauricio. «Vimos algo ahí que nos podía ayudar».

Después del caso Charlotte, varios padres han usado el aceite de marihuana para tratar las convulsiones.
Después del caso Charlotte, varios padres han usado el aceite de marihuana para tratar las convulsiones.

Conseguir el aceite de marihuana para León no fue fácil. Mauricio recuerda que buscaron todas las posibilidades. «Supimos de un laboratorio en Israel que lo producía y luego de otros en Europa, Canadá y Estados Unidos. Ahí comencé a escribirles a todos los laboratorios pero el problema siempre era el mismo: meter el aceite en Argentina.

Al momento de empezar a tomar el aceite León tenía entre cuatro y siete convulsiones diarias. Los efectos tardaron poco en verse: a los 10 días tuvo un día sin convulsiones. «Además vimos como mejoraban su humor y su apetito y que dormía mejor» cuenta Rocío. Mauricio añade que «para ese momento, viendo lo complicado que era conseguirlo ya estábamos cultivando con la idea de hacer nuestro propio aceite».

Un trabajador cultiva marihuana para fines medicinales en el norte de Israel.
Un trabajador cultiva marihuana para fines medicinales en el norte de Israel.

No era la primera vez que Rocío y Mauricio cultivaban marihuana, pero esta vez era diferente. «Yo dejé prácticamente de usarla para fines recreativos porque esta situación es muy difícil y me demanda mucha atención. Para mí fue muy loco.

Fue tener la posibilidad de hacer yo misma algo para mejorar la calidad de vida de mi hijo. No pensamos dejar de cultivarla, solo hay que tener un poco de discreción» afirma Rocío.

Mauricio cuenta que consiguieron unas buenas semillas en Chile, donde vive su madre, quien se la llevó cuando fue a visitarles. En Chile hace tiempo que han proliferado los growshops y los bancos de semillas en donde se pueden conseguir legalmente diferentes cepas.

En el 2014, el gobierno chileno aprobó la primera plantación de marihuana apoyada por el Estado para producir aceite de cannabis e investigar su uso medicinal.

Hoy, un año después de estar siendo tratado con aceite de cannabis, León está en su mejor momento, pues sus ataques se han reducido a una frecuencia aproximada de uno cada tres días. Si bien, la reciente aprobación en Argentina del uso de aceite de marihuana en algunos casos debería hacer que fuese menos complicado conseguirlo, Rocío y Mauricio están convencidos de seguir cultivando y produciendo su propio aceite.

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