Se trata de un pintoresco poblado a orilla de la carretera del sur, propietaria de rica historia minera, colonial y temprana vida republicana; hoy también dueña de exquisito reconocimiento por sus artesanías en cerámica y gastronómica autóctona.
Partiendo de Tegucigalpa, hacia el sur, a unos 37 kilómetros se encuentra el pintoresco poblado de Sabanagrange, una parada casi obligatoria, por las exquisitas rosquillas de quajada, tustacas con panela, o las sabrosas quesadillas con canela; panecillos por los que Sabanagrande goza de amplio reconocimiento.
Tanto así que es conocida como “La Capital de las Rosquillas”, por ellos durante el mes de agosto aquí se celebra el Festival de Las Rosquillas y Las Artesanías”, esto como una forma de atraer el turismo y apoyar así a las innumerables mipymes, generalmente a cargo de familias.
Otra actividad por la que sus pobladores han hecho trascender a su comunidad, son las artesanías en cerámica, de alegres colores y artísticas formas, por lo que muchas personas que gustan de estos adornos para el hogar acuden a realizar aquí sus compras.
Otro de los grandes atractivos de Sabanagrande está en sus paisajes en sus serranías con bosques de pinares, goza de fresco clima prácticamente todo el año, al ubicarse a una altura promedio de 1,300 metros sobre el nivel del mar.
Sabanagrande arrastra tras de si una historia de pueblo minero, como recordatorio, en el parque central de la población se ha dispuesto la colocación de una rueda de piedra, usada para moler la broza de los yacimientos mineros, antes que la tecnología llegara al país.
Lea También: JOYA NATURAL ES: Playas del sur, pacífico destino hondureño de gran atractivo para disfrutarTambién es punto de atracción el monumento recordatorio a la sobresaliente Batalla de La Trinidad, en donde en el año de 1827, Francisco Morazán obtuvo una de sus más sobresalientes victorias.
En su casco urbano son muy comunes las calles empedradas y la arquitectura colonial bien conservada. Esta población con de forma oficial con este nombre desde 1875, pues antes se le conoció como Villa del Rosario, y retrocediendo aún más en el tiempo, se sabe que los nativos la llamaban Apacunca, sin certeza actual de su significado etimológico.
Es probable que el actual comercio en artesanías y cultura culinaria venga de finales del siglo antepasado, cuando por motivo de la construcción de la carretera del sur, el presidente Terencio Sierra decidió trasladar a este lugar y de forma momentánea la Secretaría de Fomento, Trabajo y Obras Públicas.
Llama la atención la particular similitud de su iglesia con la de la catedral de Tegucigalpa, eso se debe a que hace 200 años cuando se diseñó se pensó exactamente en eso, hacer una réplica, pues está dedicada a San miguel Arcángel.
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