La sobrevivencia de las MIPYMES en tiempo de crisis económica

Cada día más de alguna micro empresa abre operaciones en el país, impulsada por un emprendedor que con sed de prosperar; pero también otras también cierran operaciones porque no logran sobrellevar los diversos obstáculos que como jauría les atacan.

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Algunos, aunque no lograron crecer en gran medida, al menos se mantuvieron y además de aportar sustento a sus familias, también son generadores de empleo. Es el caso del reconocido sastre capitalino, don Bartolo Guzmán.

Quien desde la década de los 80’s se instaló en el centro capitalino, con la sastrería Bartolini, cuál se secreto para el éxito, porque solo el hecho de mantenerse operativo ya lo es, pues el incansable esfuerzo diario, según nos relata.

“Si hay que llegar a las cinco de la mañana, pues a esa hora hay que llegar, no hay que esperar que sean tres horas después”, consideró; porque otra de sus máximas es que al cliente hay que brindarle la mejor atención.

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Pero no toda radica en el esfuerzo individual de cada emprendedor, porque al fin y al cabo, cada uno de ellos entra a forma parte de un sistema, mismo que no siempre actúa a favor del desarrollo económico del país.

Así lo da a conocer la dirigente de la ANMPIH, Esperanza Guzmán. “Uno de los grandes desafíos es que se debe mejorar el sistema de la formalización de las empresas; posiblemente no sea tanto el tema de los requisitos a cumplir, como lo engorroso, lo burocrático”, lamento la dirigente empresarial.

Por su parte el presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), Juan Carlos Sikaffy, le otorga otro porcentaje a la informalidad que puede haber en la micro y pequeña empresa. “La informalidad es un problema que tiene nuestra pequeña, mediana y micro empresa; porque lo limita al acceso del crédito”, expuso Sikaffy.

Un 70% de la economía nacional descansa en el esfuerzo de las MIPYMES, con una generación global de empleomanía que supera un millón de puestos de trabajo.

Según estudios del COHEP, en Honduras un aproximado del 90% de las empresas son familiares y no solo en el sector MIPYME, el fenómeno también es común en la gran empresa hondureña; pero solo un 16% de ellas logra pasar a una segunda generación, en cuyas manos generalmente fenecen.