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CASO SIN RESOLVER: Militares masacraron a siete campesinos de El Jute y vivieron impunes

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El próximo martes se cumplen 54 años de la vil matanza de humildes agricultores de El Jute que demandaban un pedazo de tierra

Es cierto que pasaron 54 años del asesinato de siete campesinos arrancados por la necesidad de la tierra para trabajar y mantener así a sus familiares, sin embargo, parece inexcusable que nunca se les haya hecho justicia a éstos mártires de El Jute, víctimas del Estado de Honduras representado por su brazo militar.

El 30 de abril de 1965 se condenó para siempre a los familiares de: Hermelindo Villalobos, Aquileo Izaguirre, José María Izaguirre, Benedicto Cartagena, Benito DíazLorenzo Zelaya y Rufino López, a vivir marcados por la sangre, la persecución y la miseria.

Personas muy humildes pero con una convicción de sobra que hacía temblar a los propios gobernantes de ese entonces, les llevó a enfocarse en la necesidad que actualmente exige el campesino: un pedazo de tierra para sembrar.

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El campesino, Rufino López, una de las víctimas.

Y sí, los mártires antes mencionados fueron liquidados por orden del régimen militar encabezado por Oswaldo López Arellano (presidente en 1963- 1971) quien llegó al poder a través de un golpe de Estado en 1963.

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Los hechos:

Un escuadrón militar penetró en la montaña Delicias de El Jute,  localizada a unos 15 kilómetros de El Progreso, Yoro, norte de Honduras, ese operativo iba encabezado por el teniente Carlos Aguilar, (aún con vida), originario de la misma ciudad El Progreso.

Al llegar emboscaron a los siete hombres a quienes desfiguraron a disparos y luego encendieron la covacha en la que se encontraban, edificada con un techo de pencas de coco.

Al menos tres cuerpos de las víctimas se quemaron porque cuando estaban tirados en el suelo les cayeron ramas encendidas.

Cabe destacar que en el mismo lugar donde se perpetró esta triste masacre, los victimarios (militares), ordenaron que ahí mismo se les sepultara a todos juntos.

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En ese mismo sitio quedaron sus tumbas y es de recalcar que organizaciones sociales visitan el lugar y realizan actos, casi siempre a finales de abril, para recordar a estos dignos hondureños y planear verdaderas reivindicaciones para el sector del campesinado, olvidado cada vez más, según denuncias.

Familias marcadas

Sus familiares han contado a medios locales cómo fueron aquellos días negros donde vivieron perseguidos por el miedo del fantasma militar, también por el hambre, porque perdieron a las cabezas de sus hogares
y por el vacío que dejó el amor de esposo, padre, hermano y amigo que fueron los occisos.

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La viuda del campesino Lorenzo Zelaya, María Maclovia, fue entrevistada hace unos cinco años y contó parte de esos siniestros días.

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Lorenzo Zelaya, uno de los muertos de esta masacre.

“(…) esa masacre me impactó tanto que creció en mí bastante miedo de que me mataran con mis hijos (…)”, recordó la mujer agregando que después de esa fecha pasó yendo de un lugar a otro, nunca tuvo una morada fija porque esperaba que pronto los uniformados llegarían a quitarle la vida.

Además, siempre lamentó no poder ver la última vez a su esposo Lorenzo, pues el día de su asesinato estaba en el hospital cuidando a uno de sus hijos, “ese dolor me acompañó el resto de mis días”, confesó Maclovia.

¿Crees que el Estado de Honduras debería reivindicarse y abrir un proceso que haga justicia en la memoria histórica de quienes aún sufren estos hechos? Déjanos tu comentario.

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