Una exmano derecha de Donald Trump está causándole pesadillas, pues la trama de la injerencia rusa podría girar en contra del presidente norteamericano en cuestión de semanas.
Se trata de Michael Flynn, el antiguo consejero de Seguridad Nacional, quien colaborará con la Fiscalía sobre la involucración de Rusia en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Flynn no solo aceptó ante un tribunal los cargos de falso testimonio por haber metido al FBI sobre sus conversaciones con el embajador ruso, Sergei Kislyak, sino que admitió la solicitud de Trump para tener una conversación directa con el Krémlin.
Según reportó AFP, el juez Rudolph Contreras cuestionó a Flynn si deseaba declararse culpable, a lo que el respondió «sí, señor».
«Acepto su declaración de culpabilidad. No habrá juicio y probablemente no habrá apelación tampoco», agregó el juez.
Flynn ahora deberá trabajar directamente con Robert Mueller, el encargado de las investigaciones que asumió el caso de su vida estando retirado, luego de la destitución del director del FBI James Comey en mayo anterior.
No obstante, Mueller hasta el momento logró con sus pesquisas imputar a un asesor electoral, así como al antiguo jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, y su socio Rick Gates, considerados piezas mayores, pero no de la magnitud que significa Michael Flynn para el mandatario.
Para lograr que Flynn colaborara con la fiscalía, Mueller basó su imputación en que el falso testimonio podría llevarlo cinco años a la cárcel. La Casa Blanca no expresó mayor información, sólo que las aseveraciones de el exconsejero le afectan solo a su figura.
Los cargos se basarían, según El País, en dos conversaciones que Flynn tuvo con el embajador ruso Sergei Kislyak. La primera el 22 de diciembre de 2016, que se sospecha tuvo como objetivo atrasar una votación en la ONU que perjudicaba a Israel.
Flynn reconoce que recibió la orden del entorno más cercano de Trump, mientras que la segunda se registró el 29 de diciembre, cuando Barack Obama anunció la expulsión de 35 diplomáticos rusos. La llamada tendría el objetivo de bajar la temperatura a Vladimir Putin.
El exconsejero fue interrogado cuatro días después de haber aceptado el cargo y negó en ese momento haber llamado al embajador ruso. Las grabaciones llegaron a Inteligencia y dieron paso a la crisis.
Según el Departamento de Justicia, la mentira le hacía susceptible de chantaje por parte del Krémlin. La Fiscal General Interina Sally Yates solicitó su cese de forma inmediata.
Flynn solamente duró 24 días en su cargo, luego que un reportaje de The Washington Post revelara las conversaciones con el embajador ruso.
De esta forma, el exconsejero enfrenta un cambio radical en la imagen que llegó a sostener, pues fue considerado uno de los militares con más futuro de Estados Unidos, llegando a ser jefe de inteligencia y de los SEAL.
También formó la compañía Flynn Intel Group, que llegó a trabajar con Rusia, pues recibió pagos de la compañía de ciberseguridad Kaspersky y de la aerolínea Volga-Dnepr, así como de RT, el medio de comunicación que la CIA considera como una de las armas que causó la caída de Hillary Clinton.
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